Historia

Glorias Nacionales del 5 de Mayo

Glorias Nacionales

 

El enemigo, entendido y tenaz, tenia preparadas nuevas y fuertes columnas de tiradores con las que volvió inmediatamente a la carga; pero habiendo nosotros restablecido la batalla, esperamos el otro empuje que hacía el enemigo. Sus esfuerzos fueron inútiles, y por segunda vez lo obligamos a huir dejando multitud de muertos; por segunda vez también cargaron con un arrojo extraordinario nuestros cuerpos, y el ejército francés habría quedado enteramente destruido en estos momentos si hubiéramos tenido desde el principio alguna caballería de qué disponer.

El enemigo no repitió su ataque de frente; pero si volvió a llamarnos la atención con algunos tiradores, mientras por el flanco derecho de la fortificación de Guadalupe cargaba una fuerte columna de Cazadores de Vicennes, que con un arrojo extraordinario llego hasta el foso, y algunos de sus soldados asaltaron el parapeto; más los defensores del punto, con una serenidad también admirable, lograron arrojarlos quedando en dicho foso mas de treinta cadáveres del enemigo.”

El Sr. general D. Miguel Negrete, en su parte oficial se expresa así:

“Por último, como á las cuatro de la tarde fueron completamente rechazados de la linea de batalla. Entonces dirigieron los invasores otra columna formada del acreditado regimiento de Cazadores de Vicennes, cubiertos por una ala de tiradores del regimiento de Zuavos, que atacó con intrepidez la fortificación de Guadalupe llegando hasta el foso, logrando algunos cazadores apoderarse de la trinchera en la que quedaron muertos. Su columna fue al fin rechazada, saltando nuestros soldados fuera del parapeto para batirla.”

Glorias Nacionales III

Aquel fue un momento solemne en que por una y otra parte hubo heroicos rasgos de valor. El lápiz del dibujante ha señalado el instante en que un pelotón de franceses se lanzó como un rayo, rápido, irresistible, contra uno de nuestros parapetos con el objeto de apoderarse de una pieza que hacia estragos en las filas enemigas y abrirse paso á nuestra posición.

Los mexicanos que defendían el punto, aguardaron el choque. ¡Fue terrible! Cuando los enemigos estaban ya casi encima, nuestros soldados tendieron sus armas y no se vio mas que un relámpago entre nubes de humo, no se oyó más que una detonación y muchos de los agresores rodaron sin vida hasta el foso. Un momento de dilación y todo habría sido perdido.

Cuerpo a Cuerpo:

Después de aquel momento supremo siguió una lucha cuerpo a cuerpo. De entre todos, un soldado francés logró llegar hasta la tronera del cañón y apoyándose sobre la boca de este hizo un movimiento para herir al artillero y vencer el obstáculo que se oponía a su entrada. Aquello fue tan rápido como indescriptible.

El arma del agresor estaba descargada como lo estaban todas las de los que defendían el punto, pues había sido tal la rapidez y vigor del empujo que no dio tiempo á cargar de nuevo las armas. El artillero fue sorprendido en el momento en que al ser retirada la pieza iba a ponerle en la boca una bala.

Detrás del invasor venían otros que salvaban el foso. Toda aquella escena hubiera podido contemplarse á la luz fugaz de un relámpago. El artillero se sirvió de la bala que tenia entre las manos como de una arma ofensiva, porque no tenia otra; y arriesgando el todo por el todo, sin perder para nada su sangre fría, rápido como el pensamiento, sin cuidarse del riesgo que corría su vida amenazada por la bayoneta enemiga, lanzo la bala contra su enemigo, asestándole el golpe a la cabeza. Un error muy leve en la dirección del proyectil y caía atravesado por la bayoneta francesa, y sobre su cadáver pasaba el invasor…

¡La respiración se suspendió en todos los pechos!

Pero la bala derribo al francés, en el momento mismo en que saltaba adentro! Cayó herido en la cabeza y aquella fue la señal de un nuevo empuje contra los asaltantes, que al fin huyeron.
El mismo artillero que con la mayor sencillez acababa de ejecutar aquella acción heroica, pasado el peligro y no viendo en el herido mas que un hermano, salvó el parapeto, y condujo en sus propios brazos á un lugar seguro al francés vencido.

Desearíamos conocer el nombre de uno y otro para consignarlos en estas páginas.

Glorias Nacionales IV.

Como la escena que acabamos de referir hubo muchas otras que podrían señalarse como glorias nacionales. Los oficiales mexicanos se apeaban de sus caballos y conducían en ellos a los heridos franceses.

Un testigo presencial refiere los siguientes hechos:

“En la acción de 5 de Mayo en Puebla, se encontraron un soldado del batallón de Zacapoaxtla y un cazador de Vicennes a diez pasos de distancia, y se hicieron fuego al mismo tiempo: acertó el mexicano, que al ver caer al francés se le acercó, le recogió el fusil y cargándose al herido á la espalda, lo condujo hasta el primer hospital que encontró.

Un oficial mexicano hirió á un cazador de Africa que le apuntaba con su fusil: se bajó del caballo que montaba, colocó en él al herido, y á pié, tirando de la brida, lo llevó al primer hospital.

Otro oficial mexicano encontró á varios soldados que conducían prisioneros y despojados de sus condecoraciones á unos franceses: viéndolo uno de estos, se le arrodilló pidiéndole lo mandara fusilar ó que le volvieran sus cruces, y el oficial comprendiendo que para un valiente es mas sensible perder el honor que la vida, mandó a los mexicanos que devolvieran lo quitado, mediante una recompensa pecuniaria que en el acto les dio de su propio bolsillo; pero un soldado mexicano rehusó tomarla, y encarándose al que reclamaba las condecoraciones que él tenia en las manos, le dijo:

“Lo que se gana con honor, solo por el honor se da; recibid vuestras cruces como un presente de la hidalguía mexicana.”

Un zuavo que había herido á dos mexicanos, fue rodeado por varios de éstos, que le intimaron rendición, á lo que el zuavo se negó obstinadamente, manifestando que primero se dejaría matar que rendirse, si no le presentaban la bandera mexicana.

Por un sentimiento unánime de sus captores, consistieron en darle gusto, y trajeron la del batallón de Zacapoaxtla, y al verla el francés se cubrió con ella, declarándose prisionero y bajo la protección de México. Inútil es decir, que este valiente fue dignamente respetado”.

José María López

“José María López, regresando con su carro de conducir parque a nuestros puntos, recogió en el a tres mexicanos y tres franceses heridos, y se dirigía a Puebla, cuando encontró una partida de caballería mexicana, y temiendo que acabaran de matar a los franceses, les aseguró que todos eran mexicanos; siguieron éstos su camino, y a poco fue alcanzado por una fuerza francesa, a quien por igual temor aseguró que todos los heridos que llevaba eran franceses; pero estos no se dieron satisfechos, sino que registraron el carro que, con los heridos se llevaron a su campo, donde descubierta la piadosa superchería de Lopez fue obsequiado y socorrido con un peso diario por cuatro días.”

Por último, lo que á todos consta, el buen trato y la excelente asistencia que han recibido los heridos y prisioneros franceses, son pruebas innegables de los humanos y caballerosos sentimientos de los mexicanos.

Se les obliga defenderse, porque son agredidos de una manera injustificable; pero cuando han cumplido con su deber, combatiendo por el honor e independencia de su patria, tanto como son valientes en al hora del combate son humanos en la victoria.
Esta conducta honra altamente a México. Lo que ha pasado es la mejor refutación de cuantas calumnias se han vertido contra nosotros por motivar la guerra que se nos trae.

Florencio M. Del Castillo

 

 

Glorias Nacionales

Imágenes de la Biblioteca Nacional de Antropología de Historia

Créditos a quién corresponda

Transcripción Textual de las imágenes tomadas de aquí