La Independencia de México

La batalla de Puente de Calderón

La batalla de Puente de Calderón pudo haber sido la gran victoria para los insurgentes, sin embargo, fue la causa del fin.

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La batalla de Puente de Calderón pudo haber sido una gran victoria para los insurgentes y sin embargo, fue la causa de la total debacle de Miguel Hidalgo y Allende. Guerra de Independencia  (17).

La batalla de Puente de Calderón definió la suerte de Allende y del cura Hidalgo.

Ocasionalmente, dentro de la historia de todos los pueblos del mundo, es posible encontrar algunas confrontaciones que generaron un resultado un tanto inesperado. México no es la excepción y en donde, por ejemplo, un claro vencedor es derrotado en último minuto por cierto evento fortuito que modifica todo el curso de los acontecimientos en favor del presunto vencido.

El 17 de enero de 1811 los ejércitos realistas comandados por Felix María Calleja y el conde de la Cadena, Manuel Flon, se enfrentaron a la fuerza militar rebelde de Hidalgo y Allende en un lugar llamado Puente de Calderón que se encuentra a 5 kilómetros de la presa de Calderón en el municipio de Zapotlanejo en actual el estado de Jalisco.

Los ejércitos

Desde un principio, la desproporción numérica entre los dos ejércitos era abrumadora: casi 100,000 efectivos por parte de los insurgentes contra menos de 10,000 de los realistas. Pese a ésta importante diferencia, los comandantes Calleja y Flon confiaban en la también importante diferencia de calidad combativa de ambas fuerzas y que a la larga nivelarían la inminente confrontación. Los realistas contaban con un ejército profesional y entrenado, mientras que el de los insurgentes, estaba formado por una muchedumbre desorganizada, indisciplinada y mal armada.

Mapa operaciones. Puente de Calderón. Dominio Público
Mapa operaciones. Puente de Calderón. Dominio Público

La batalla

Temprano, en una mañana funesta para los insurrectos, comenzó la terrible batalla. Cerca de 95 cañones rebeldes, muy mal apuntados, hicieron fuego sobre el enemigo. Pese a tener una artillería pésimamente operada, los insurgentes repelieron las primeras y buenas maniobras del comandante realista.

Parecía que, después de todo, el cura de Dolores tenía razón acerca de la superioridad numérica.

Allende, antes de la confrontación, había estado en franca oposición a Hidalgo en cuanto a utilizar el total de las fuerzas con las que contaban. Su estrategia de sólo usar a las tropas más entrenadas y dejar al grueso de la muchedumbre en la retaguardia, para en caso de una primera derrota poder contraatacar, no fructificó.

Lo inesperado

En cierto momento del duro enfrentamiento, las fuerzas reales estaban siendo claramente rebasadas y casi en desbandada. Calleja en un extremo y Manuel Flon en el otro no podían contener a las multitudes rebeldes.

A punto de ordenar la retirada se produjo un milagro. Una granada perdida había tocado y hecho explotar brutalmente un carro insurgente lleno de pólvora y municiones. El carro, torpemente colocado en el campo de batalla, hizo tal estruendo que la muchedumbre insurrecta corrió despavorida.

Calleja, que al fin y al cabo era un militar muy eficiente y experimentado, sin perder tiempo alguno y atendiendo a la gran oportunidad que se le presentaba, reorganizó a sus tropas y acercó sus cañones para que dispararan a la multitud a bocajarro.

La acción fue letal para los insurgentes, que sin siquiera hacer el intento de reagruparse, sólo buscaban la forma de escapar.

El jefe realista, por último, ordenó el toque a degüello sobre todos los que corrían. La masacre y la derrota fue total.

El conde de la Cadena, Manuel Flon, mientras perseguía con inmensa e imprudente furia a los rebeldes, fue derribado de su caballo y ahí mismo ejecutado.

Monumento a los insurgentes en Puente de Calderón, Zapotlanejo, Jal.
Monumento a los insurgentes en Puente de Calderón, Zapotlanejo, Jal.

Resultado

En poco tiempo la matanza y la victoria para los ejércitos realistas se había consumado. Hidalgo y Allende tuvieron que huir precipitadamente a Guadalajara, para de ahí escapar hacia el norte. Ya nunca se repondrían de los sucesos de Puente de Calderón y tan sólo dos meses después serían capturados en su huida por Coahuila.

En cambio, el vencedor Felix María Calleja fue homenajeado, condecorado y acreedor al título de conde de Calderón.

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