Parques recreativos

Reserva de la Biósfera  El Ocote: Selva y biodiversidad

A pesar de su importancia ecológica, El Ocote es aún poco conocido por el turismo masivo, lo que le ha permitido conservar buena parte de su estado original.
Reservas nacionales

Ubicada en el corazón del estado de Chiapas, ésta reserva es una de las joyas ecológicas más importantes de México.

La Reserva de la Biósfera Selva El Ocote, ubicada en el corazón del estado de Chiapas, es una de las joyas ecológicas más importantes de México. Este vasto territorio, que abarca más de 100 mil hectáreas, forma parte del corredor biológico mesoamericano y representa uno de los últimos refugios de selva mediana subperennifolia* del país. Reconocida por su riqueza biológica, su importancia hidrológica y su papel en la mitigación del cambio climático, El Ocote se ha convertido en un referente en materia de conservación ambiental tanto a nivel nacional como internacional.

Un entorno de gran complejidad natural

La Reserva de la Biósfera Selva El Ocote se localiza entre los municipios chiapanecos de Cintalapa, Ocozocoautla de Espinosa y Jiquipilas, a unos 40 kilómetros al noroeste de Tuxtla Gutiérrez, la capital estatal. El relieve del área es accidentado, dominado por montañas de roca caliza y profundos cañones que forman parte de la Sierra Madre de Chiapas. Este tipo de terreno ha dado lugar a sistemas de cuevas y grutas que constituyen un ecosistema subterráneo de gran interés científico.

El clima es predominantemente cálido-húmedo, con lluvias abundantes durante la mayor parte del año, lo que permite la existencia de una vegetación densa y exuberante. En esta reserva se encuentran diversas formaciones vegetales, que incluyen selvas bajas y medianas, así como bosques de encino y de pino en las zonas más elevadas.

Riqueza biológica en cada rincón de la Reserva de la Biósfera  El Ocote

La biodiversidad de El Ocote es notable. Según los estudios realizados por organismos ambientales, en la reserva se han identificado más de 600 especies de plantas vasculares, muchas de ellas endémicas de la región. Pero es en la fauna donde la reserva destaca aún más. Se han registrado más de 350 especies de aves, entre las que sobresalen el tucán esmeralda, el quetzal, la guacamaya verde y el halcón pechirrojo. Este sitio es también hogar de felinos como el jaguar, el puma y el ocelote, así como del tapir, especie en peligro de extinción y considerada indicadora de buena salud ecosistémica.

Entre los reptiles y anfibios se han descrito más de 100 especies, muchas de ellas con distribución restringida. En cuanto a los insectos, la diversidad es también significativa, especialmente en el caso de los lepidópteros y escarabajos.

Importancia hídrica y funciones ecológicas

La selva El Ocote desempeña un papel vital como zona de captación y regulación hídrica. En su interior nacen importantes corrientes de agua que alimentan ríos como el Grijalva y el Santo Domingo, fundamentales para el abasto de agua a comunidades humanas y para la producción de energía hidroeléctrica. Las formaciones kársticas de la región permiten además la filtración natural del agua al subsuelo, lo que beneficia los mantos acuíferos.

Por otro lado, la selva actúa como un gran sumidero de carbono, capturando miles de toneladas de CO₂ anualmente, lo que la convierte en una herramienta natural en la lucha contra el calentamiento global. La conservación de este ecosistema también garantiza la protección contra deslaves, erosión del suelo y otros fenómenos naturales que afectan a las comunidades cercanas.

Conservación, retos y participación comunitaria

La Reserva de la Biósfera Selva El Ocote fue decretada como área natural protegida por el gobierno federal en 2000, bajo la categoría de Reserva de la Biósfera. Esta categoría permite la coexistencia de zonas núcleo —destinadas a la conservación estricta— y zonas de amortiguamiento donde se promueven actividades productivas sustentables.

Uno de los mayores retos para la conservación de esta reserva ha sido la presión ejercida por la expansión agrícola, la ganadería, la tala ilegal y los incendios forestales. A pesar de estas amenazas, existen programas de manejo y protección impulsados por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), así como por organizaciones no gubernamentales, universidades y comunidades locales.

De hecho, una parte crucial de la estrategia de conservación es el trabajo conjunto con los habitantes de la región. Diversas comunidades participan en proyectos de ecoturismo, reforestación, monitoreo de fauna y agricultura sustentable. Estas acciones no solo fortalecen el tejido social, sino que también permiten una relación más armónica entre las personas y su entorno.

Un santuario natural por descubrir

A pesar de su importancia ecológica, El Ocote es aún poco conocido por el turismo masivo, lo que le ha permitido conservar buena parte de su estado original. Sin embargo, existen rutas ecoturísticas que permiten al visitante adentrarse en su biodiversidad, conocer sus ríos subterráneos, sus espectaculares cañones y su riqueza cultural. La Cueva de la Soledad y el sistema de cuevas del Río La Venta son destinos de interés especial para quienes buscan experiencias únicas en la naturaleza.

En definitiva, la Reserva de la Biósfera Selva El Ocote es un claro ejemplo de cómo los ecosistemas naturales pueden ser protegidos a través del conocimiento científico, la participación social y una visión de futuro que entienda que la riqueza natural de México es también su mayor tesoro. La preservación de este entorno no solo garantiza la supervivencia de numerosas especies, sino también el bienestar de generaciones humanas por venir.

*Subperennifolia es un término que se usa para describir ciertos tipos de selvas y vegetación arbustiva.