Huautla de Jiménez, entre montañas, cascadas y una densa niebla.
En plena Sierra Mazateca se encuentra un poblado oaxaqueño que atrae a nacionales y extranjeros por sus paisajes, su cacao y la torta de acuyo. Su nombre es Huautla de Jiménez.
Huautla de Jiménez está a solo 254 kilómetros de Oaxaca, la capital del estado de Oaxaca. Basta con conducir poco más de 3 horas para llegar hasta esta región que es cuna de la célebre María Sabina, una curandera que usaba los hongos alucinógenos para sanar.
Esta zona es mística por muchas razones. Es bien conocida la maestría de los locales en medicina tradicional que, por supuesto, incluye limpias realizadas por guías espirituales entre el aroma a flores, incienso y hasta cacao.
La palabra Huautla proviene del vocablo náhuatl Cuiticaname Huatllan, que significa “Lugar de Águilas”. En 1927 fue nombrada como una Ciudad Indígena y en 2015 se incorporó al programa de Pueblos Mágicos.
El recorrido inicia en la Catedral de San Juan Evangelista, una edificación colorida que data de 1966, pero con campanas de más de 150 años de antigüedad. A unos pasos, está el Palacio Municipal y la Torre del Reloj, otros dos de los spots que más llaman la atención en Huautla de Jiménez.
En el mes de julio es cuando más gente llega al poblado y por una gran razón, se lleva a cabo el Festival Internacional María Sabina. Este espacio está enfocado en rescatar la medicina tradicional de aquella reconocida chamana.
Por supuesto que lo que sigues es visitar la Casa Museo María Sabina, un imperdible en Huautla de Jiménez. Se puede recorrer el cuarto en el que ella descansaba y los espacios donde curaba el cuerpo y la mente de quienes la visitaban.
Para continuar con la vibra mística, es importante hacer una parada en el Cerro de la Adoración, también llamado Morada del Guardián de los Cerros. Se puede hacer senderismo, disfrutar de las vistas y vivir una experiencia muy espiritual.
Las Grutas de San Agustín y la Cascada Velo de Novia están muy cerca del centro de Huautla de Juárez y son destinos perfectos para conectar con la naturaleza. Se puede pasear a caballo, hacer rappel y disfrutar de un picnic en familia.
Y la Cascada Puente de Fierro no se queda atrás. Tiene 40 metros de altura y forma una especie de regadera debajo de la cual suelen meterse todos sus visitantes. Ahí se puede practicar espeleología, una experiencia inolvidable.
Huautla de Jiménez tiene encanta a cada uno de los sentidos. Hay mucho que ver, pero también mucho que probar. El caldo de chivo, las tortillas con yuca y la torta de acuyo (u hoja santa) son populares. Y, para beber, atole agrio hecho de maíz fermentado, pipián y frijoles.
Al finalizar, hay que llevar una maleta extra para guardar las artesanías de la región. La joyería y los huipiles son una verdadera obra de arte. El quexquémitl, una prenda preciosa de la indumentaria indígena, también vale mucho la pena.
Huautla de Jiménez es para todos, sobre todo para quienes están preparados para permitirse sentir, saborear y sanar.