Tlayacapan, la Cuna del Chinelo
El destino ideal para escaparte del caos citadino es Tlayacapan. Muy cerca de la capital del país y con uno de los mejores climas de México, este pueblito mágico enamora a sus visitantes
Tlayacapan se encuentra a menos de una hora de Cuernavaca y a un par de horas de la Ciudad de México en auto propio o en autobús. Si se elige viajar en transporte público, lo que se debe hacer es llegar a Oaxtepec y tomar una combi o un taxi al que no le llevará más de 15 minutos llegar a este poblado.
Su nombre proviene del náhuatl y significa “sobre la punta de la tierra”, “lugar de los límites o linderos” o “la nariz de la tierra”. Es famoso porque sus tradiciones, heredadas de la cultura Olmeca, se conservan casi intactas.
Este pueblito conserva gran parte de su traza urbana prehispánica original y recorrer sus calles empredradas a pie es parte de la experiencia turística. Tlayacapan se incorporó al programa Pueblos Mágicos en el año 2011 y es considerado la Cuna del Chinelo.
Ahí nace el famoso brinco del chinelo, un baile que se ejecuta en varias ocasiones durante todo el año. Los locales se visten con barbas, máscaras y túnicas que representan a los españoles; se trata de un baile folklórico que hace referencia a las rencillas entre los españoles e indígenas de la región.
Rodeado por montañas, formaciones rocosas y cielos azules, las calles, iglesias y recintos de este poblado están esperando por sus visitantes. El recorrido por Tlayacapan comienza en su Centro Histórico con su bello quiosco.
Ya en la zona, llama la atención el Exconvento de San Juan Bautista, un monumento religioso construido por la orden de los agustinos en el siglo XVI. Forma parte de los conventos en las laderas del volcán Popocatépetl, incluidos desde 1994 por la UNESCO en la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
También en el centro de Tlayacapan hay que visitar la Casa de la Cultura La Cereria, un edificio en el siglo XVII que fungió como la casa del encomendero y hasta como cuartel de las tropas de Emiliano Zapata, revolucionario mexicano.
La alfarería en barro es también uno de los imperdibles de la región. Son varios los talleres de barro que ofrecen recorridos guiados donde se observa cómo es la recolección de la arcilla, el horneado y el aplanado hasta que el polvo se convierte en una verdadera obra de arte.
Sobre una de las peñas del municipio de Tlayacapan se encuentra la Zona Arqueológica El Tlatoani, donde se conservan vestigios de un asentamiento humano que tuvo su mayor auge en el Postclásico Temprano. El secreto mejor guardado es un templo que se cree fue erigido para adorar a Tláloc, dios de la lluvia.
Y por supuesto que no se puede dejar de lado también un buen recorrido gastronómico, la oferta de este pueblito es deliciosa. El mole verde con pepita o pipián se consume acompañado de tamales de sal, charales y frijoles blancos. Y, para el antojo dulce, está el pan de maíz y canela.
Tlayacapan tiene de todo un poco, así que hay que aprovechar cada minuto de la visita para ver y saborear este pueblito mágico.