Linares, un pueblito de edificios coloridos y olor a dulce de leche
Este es un Pueblo Mágico en todos los sentidos, lleno de encanto e historia y reconocido mundialmente por su producción de dulces de leche de vaca y cabra. Es Linares y está en Nuevo León.
Linares se encuentra en plena región citrícola del estado de Nuevo León. Está a una hora y media de Monterrey y se puede llegar en auto particular, en autobús y hasta en Metro. La localidad fue fundada en 1712 con el nombre de San Felipe de Linares, para honrar al Duque de Linares y trigésimo quinto virrey de Nueva España, Fernando de Alencastre Noroña y Silva.
Linares se convirtió en ciudad en 1777, pero no fue sino hasta 2015 que fue elevada a la categoría de Pueblo Mágico, puesto que, a través de los años ha mantenido gran parte de su arquitectura original, tradiciones y riqueza cultural.
Es la segunda ciudad más importante de Nuevo León y la cuna de las famosas Glorias, dulces elaborados a base de leche quemada creados alrededor de 1930 por doña Natalia Medina Núñez, a quien toda la comunidad recuerda con cariño. Cuenta la leyenda que los clientes de doña Natalia decían que sabían “a gloria”.
Las cajetas, los encanelados, las natillas y los besos de indios, dulces de leche de cabra con nuez, también se han robado el corazón de cada turista que ha llegado hasta las tierras de Linares.
Sus postres, su carne seca, el cabrito al pastor y hasta los tacos agachados se encuentran en cualquiera de sus rincones, pero para recorrer el pueblo hay que seguir esta guía:
El tour por Linares empieza en su icónica Plaza de Armas, ahí el Palacio Municipal, del siglo XIX, muestra una fachada de estilo neoclásico con un aire arquitectónico inglés.
Hay que seguir con la Catedral de San Felipe Apóstol y la Capilla del Señor de la Misericordia, una de las pocas capillas privadas que fueron erigidas expresamente para el uso público durante la época colonial.
La Exhacienda de Guadalupe es otro de los imperdibles de la región. Fue el principal centro de evangelización de los jesuitas y, hacia el siglo XVIII, se convirtió en un importante centro productor de caña de azúcar de Linares y del país entero.
Sus calles están llenas de historia, aunque sus más grandes secretos están bien resguardados en el Museo de Linares; y, por supuesto, también se puede conectar con la naturaleza en esta región. La presa de Cerro Prieto y el Parque El Nogalar son perfectos para dar paseos en lancha, kayak y nadar.
Además, muy cerca de la cabecera municipal de Linares, se ubica el Cañón de Jaures, un paraje natural donde se encuentra un manantial rodeado por montañas, halcones cola roja, bosques de pino y encino.
Por ahí andan los tamborileros, músicos incansables que hacen bailar a propios y ajenos. Y así es como entre una exquisita gastronomía, talabartería artesanal y gente muy cálida, este pueblito abre sus puertas para todo aquel que quiera disfrutar de la vida.