Salvatierra, un pueblito guanajuatense con mucha magia
De estilo colonial y exuberante vegetación, Salvatierra es una de las joyas más preciadas por los guanajuatenses. Durante el Virreinato, fue un importante sitio espiritual y ahora es un atractivo destino turístico que todo el mundo debería conocer.
Salvatierra se encuentra a solo 50 minutos de Moroleón y a la misma distancia de Celaya. Se puede llegar en autobús, taxi o en auto propio también desde la capital del estado de Guanajuato en apenas un par de horas.
La riqueza arquitectónica y cultural de Salvatierra le ha valido el reconocimiento como tercera ciudad colonial del estado de Guanajuato y, desde el año 2012, se incorporó también al programa Pueblos Mágicos desarrollado por la Secretaría de Turismo de México.
Se fundó con una población casi en su totalidad de españoles. Y fue en 1644 que se le concedió el título de ciudad con el nombre de San Andrés de Salvatierra, un sitio al que los habitantes prehispánicos denominaban Guatzindeo o “lugar de hermosa vegetación”.
Fue un importante centro de evangelización donde se asentaron los carmelitas descalzos, los franciscanos y las monjas capuchinas. Construyeron un complejo conventual sinigual que se conserva hasta nuestros días en muy buen estado.
El recorrido por Salvatierra debe comenzar en su Plaza y Jardín Principal. Justo enfrente se encuentra la parroquia de Nuestra Señora de la Luz, una pieza arquitectónica que resguarda obras de arte entre las que destacan varios óleos de los siglos XVIII y XIX.
Y no podemos dejar de lado el Templo y Exconvento del Carmen. Su altar mayor está elaborado de cantera rosa y esconde joyas como una escultura de Cristo del siglo XIX.
El Templo y Convento de San Francisco, una construcción de los frailes franciscanos, también es parte de los imperdibles de la región. Y, por supuesto, el Convento de las Capuchinas de Salvatierra.
La lista es larga puesto que este pueblito forma parte de la Ruta de los Conventos de Guanajuato. Algunos templos se mantienen intactos y otros fueron restaurados y reestructurados ya en más de una ocasión.
Es un sitio repleto de casonas virreinales y porfirianas, plazas y portales y el famoso Puente de Batanes, una de las obras más antiguas de Salvatierra. Mide poco más de 180 metros y fue construido para que los habitantes pudieran cruzar el Río Lerma. Es un espectáculo en sí mismo.
El Mercado Hidalgo es también parada obligada para todos los turistas. Se pueden encontrar todo tipo de artesanías de barro y los platillos más famoso del pueblo. Las “largas”, tortillas ovaladas que se acompañan con diferentes guisados, son las protagonistas. El mole de Urireo y los garbanzos asados no se quedan atrás.
También hay que probar los buñuelos, el atole de Puscua, elaborado con maíz blanco y canela, la fruta cristalizada y los prestiños, el dulce típico de Salvatierra, elaborados con harina de trigo y bañados en jarabe de piloncillo.
Después de recuperar fuerza con las delicias gastronómicas de la región, vale la pena hacer una parada en la Exhacienda San José del Carmen, donde se asegura que se han visto fantasmas sentados sobre los restos de mobiliario de la época de la Revolución. No es para cardiacos.
Otro sitio para visitar en Salvatierra es el Museo de la Ciudad, que alberga un acervo porfiriano de gran valor histórico. Resguarda también piezas prehispánicas y de la época colonial.
Para cerrar con broche de oro, está el Ecoparque El Sabinal, donde se pueden disfrutar de los paisajes y de una cascada natural que forma parte del majestuoso Río Lerma.
Con un ambiente tranquilo, acogedor y con experiencias que se parecen mucho a un viaje en el tiempo, Salvatierra recibe a nacionales y extranjeros con los brazos abiertos.